En las últimas semanas, se ha pretendido sembrar en la opinión pública la narrativa de que el Seguro Nacional de Salud (SeNaSa) está quebrado. Diversos sectores de la oposición política, con énfasis en voceros del Partido de la Fuerza del Pueblo y algunas figuras del Partido de la Liberación Dominicana, han impulsado una campaña que busca posicionar la idea de una supuesta “crisis terminal” en el principal asegurador estatal del país. Sin embargo, una revisión seria y responsable de los datos contradice esa versión.
Lejos de estar quebrado, SeNaSa atraviesa por una etapa de ampliación histórica de cobertura, inversión y prestaciones, como lo demuestra la información oficial, los registros financieros y las declaraciones de organismos responsables. Entonces, ¿por qué se insiste en el relato del colapso?
Las denuncias sobre una “quiebra” del SeNaSa responden más a una estrategia discursiva política que a una evaluación técnica del funcionamiento del sistema. Se trata de un relato orientado a erosionar la confianza ciudadana en una de las instituciones públicas mejor valoradas por los dominicanos y que ha sido ejemplo regional de cómo un seguro estatal puede competir en eficiencia con los privados.
Se ha hablado de déficit millonario, de supuesta “parálisis de pagos”, de colapso del régimen subsidiado y hasta de un posible cierre de servicios. El Colegio Médico Dominicano y voceros políticos han amplificado esta narrativa.
Sin embargo, el propio presidente Luis Abinader fue enfático al rechazar la existencia de un colapso financiero, afirmando que el gobierno ha garantizado los recursos necesarios para sostener el crecimiento del SeNaSa, sobre todo en el régimen subsidiado, donde el Estado cubre la totalidad del aseguramiento de los sectores más vulnerables.
A diferencia de lo que sugieren las campañas de desinformación, las cifras muestran un panorama distinto: SeNaSa aumentó su inversión total en servicios de salud de RD$24,279 millones en 2019 a más de RD$60,274 millones en 2024, lo que representa un crecimiento superior al 148 %.
Sólo en atenciones de alto costo se invirtieron RD$15,008 millones en el año 2024. A esto se suman RD$14,127 millones en cirugías, RD$12,230 millones en estudios diagnósticos, RD$3,091 millones en medicamentos ambulatorios y RD$5,220 millones pagados directamente a médicos. Estos datos provienen de informes públicos de la institución y declaraciones del doctor Santiago Hazim, director ejecutivo de SeNaSa.
El número de afiliados también es ilustrativo: más de 3.5 millones de personas están afiliadas hoy al régimen subsidiado, lo que representa un crecimiento sostenido desde el inicio del presente gobierno. Además, el régimen contributivo, que incluye empleados públicos y privados, pasó de 1.1 millones de afiliados a 1.8 millones en 2025.
En total, SeNaSa ofreció más de 114 millones de servicios médicos en 2024, lo que representa un aumento del 191 % en comparación con 2019. ¿Cómo puede hablarse de colapso frente a estos niveles de cobertura y eficiencia?
Es cierto que el régimen subsidiado, como ha ocurrido históricamente en todos los sistemas de protección social del continente, presenta desafíos financieros. El déficit operativo de aproximadamente RD$3,372.8 millones señalado por la oposición no es una señal de quiebra, sino un desbalance esperado en un sistema que ha ampliado su cobertura y prestaciones en favor de los más pobres.
Lo que sí ha cambiado es que, ante estos desafíos, el gobierno no ha mirado hacia otro lado. El propio presidente ha instruido que los recursos faltantes se suplan con aportes extraordinarios del Estado, como parte de la política de protección social y del fortalecimiento del acceso universal a la salud.
Además, la Superintendencia de Salud y Riesgos Laborales (SISALRIL) ha reconocido que la sostenibilidad del régimen subsidiado depende del acompañamiento estatal, pero en ningún momento ha validado la narrativa del colapso institucional.
La oposición tiene el derecho y el deber de fiscalizar. Pero cuando esa labor se convierte en manipulación informativa, se traspasa la frontera del debate legítimo. SeNaSa es una institución que ha demostrado su utilidad pública, su eficiencia operativa y su vocación de servicio. Sembrar miedo en la población asegurada, especialmente en los sectores más vulnerables, es un acto de irresponsabilidad política.
No es la primera vez que desde sectores opositores se pretende desacreditar logros sociales para erosionar al gobierno. Lo que resulta alarmante es el uso del sistema de salud como campo de batalla discursivo. Mientras se manipulan cifras y se lanzan alertas infundadas, millones de dominicanos siguen recibiendo sus servicios, accediendo a medicamentos, siendo operados, atendidos y protegidos por una institución que no ha quebrado, ni está cerca de hacerlo.
SeNaSa no está quebrado, está creciendo, está invirtiendo, está cubriendo a más dominicanos que nunca. Lo que sí está en crisis es la ética del debate político cuando se antepone la estrategia electoral a la verdad.
Defender a SeNaSa es defender el derecho a la salud de millones de dominicanos. Y es, también, hacerle frente a los bulos que quieren enfermar la democracia desde la desinformación.
Por Roberto Amaury Reyna