Eran cerca de las dos de la madrugada. La música seguía retumbando en la pista de una discoteca que, durante décadas, fue símbolo de alegría, nostalgia y tradición dominicana.
En Jet Set, donde generaciones bailaron salsas, boleros y merengues, todo parecía una noche más de entretenimiento. Hasta que, de golpe, la estructura cedió. El estruendo cortó la música. El polvo se mezcló con los gritos. La historia de cientos de asistentes cambió en cuestión de segundos.
Entre los escombros, la vida de Nelsy Milagros Cruz Martínez —gobernadora de Montecristi y hermana del expelotero Nelson Cruz— se apagó para siempre. El presidente de la República, Luis Abinader, confirmó con pesar su fallecimiento. Otras figuras públicas, como los exjugadores Octavio Dotel y Tony Blanco, también se vieron envueltos en el desastre, junto a decenas que lamentablemente corrieron con la misma suerte, mientras otros, en el momento que escribimos, aún se encuentran atrapadas, heridas o desaparecidas.
Lo que debía ser una noche de celebración se transformó en un episodio de horror. Y con ello, un país entero vuelve a estremecerse.
Esta no es la primera vez que un colapso físico deja al desnudo las fisuras de nuestro sistema de prevención. En 2018, una explosión en la fábrica de plásticos Poliplas, en Villas Agrícolas, cobró la vida de ocho personas.
En 2023, una zona comercial de San Cristóbal se convirtió en una trampa mortal para al menos 34 ciudadanos, tras una explosión provocada por el manejo irregular de materiales inflamables.
Ese mismo año, una pared del paso a desnivel de la avenida 27 de Febrero con Máximo Gómez colapsó en medio de la lluvia, sepultando nueve vidas inocentes bajo concreto y abandono.
Los nombres de esas víctimas están grabados en actas forenses, pero también en la conciencia de una nación que empieza a acostumbrarse —peligrosamente— al dolor colectivo. A cada desastre le siguen promesas de investigación, ruedas de prensa, condolencias. Pero pocos cambios reales.
Jet Set, como muchos otros espacios comerciales y recreativos, forma parte del patrimonio emocional de la capital. Pero, ¿qué pasa cuando estos íconos no reciben mantenimiento? ¿Quién certifica que sus techos, vigas y sistemas eléctricos cumplen con estándares de seguridad? ¿Qué instituciones están evaluando los riesgos reales de infraestructuras que reciben a cientos de personas cada semana?
La tragedia ha puesto en tela de juicio la permisividad con que se otorgan licencias de operación a estructuras que no siempre cumplen con los protocolos.
La pregunta no es solo por qué colapsó una parte del Jet Set, sino cuántas construcciones más están esperando su momento para convertirse en una trampa mortal.
La vida en República Dominicana, parece, pende muchas veces de un cable mal instalado, una pared mal reforzada o una omisión en un informe técnico.
Hoy, desde cada rincón del país, se levantan oraciones por las víctimas. Pero no basta con rezar. La República Dominicana necesita más que solidaridad, necesita verdad, respuestas y acción.
No podemos resignarnos a ver la tragedia como rutina, ni aceptar que cada desastre sea otro expediente más de hechos que suceden y quedan simplemente en el olvido.
Este es un llamado a la reflexión, pero también a la firmeza. No se trata solo de investigar qué pasó en Jet Set. Se trata de mirar hacia adentro como país y preguntarnos, ¿por qué seguimos fallando en lo básico?
Las familias que hoy lloran merecen más que pésames, y, el resto del país, merece garantías de que su vida no dependerá del azar ni de estructuras envejecidas sin supervisión.
Una grieta se tragó una parte del Jet Set. Pero esa grieta ya existía; está en la falta de control, en la indiferencia frente al peligro.
Y que nos perdonen, aún hay esperanzas de seguir encontrando con vida a los desaparecidos que entre los escombros, anhelamos que respirando sigan. Aún nuestros héroes continúan en labores de rescate; pero el dolor que provoca ver tantas luces apagadas, quizás, por negligencia, provocan la ruptura de nuestro silencio.
Amaury Reyna Liberato, jefe de redacción de elnaguero.com