Latakia, Siria. – La violencia en Siria ha alcanzado un nuevo punto crítico tras una serie de enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad del gobierno interino y militantes leales al derrocado presidente Bashar al-Assad, dejando un saldo de más de 1.000 muertos.
El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, con sede en el Reino Unido, informó que entre los fallecidos se cuentan 750 civiles, la mayoría víctimas de ejecuciones sumarias, así como 125 efectivos de seguridad del nuevo gobierno y 150 combatientes pro-Assad.
La brutalidad de los ataques y la posterior ola de venganzas han reavivado el temor de una nueva guerra civil en el país, apenas tres meses después de la destitución de Assad.
Masacres y violencia indiscriminada contra la comunidad alauita
El conflicto se ha intensificado en la costa occidental de Siria, especialmente en la ciudad de Latakia, donde la electricidad y el agua potable han sido cortadas en amplias zonas. Durante los ataques, pistoleros suníes leales al nuevo gobierno abrieron fuego contra miembros de la minoría alauita, secta a la que pertenece la familia de Assad y que constituyó su base de apoyo durante décadas.
Los informes de testigos revelan un escenario desgarrador en Baniyas, una de las ciudades más afectadas. Residentes han informado sobre ejecuciones en las calles, saqueo de viviendas y quema de casas alauitas, en lo que parecen ser actos de represalia por las atrocidades cometidas bajo el régimen de Assad.
Un testigo, Ali Sheha, de 57 años, relató que los atacantes establecieron posiciones a menos de 100 metros de su edificio de apartamentos y disparaban al azar contra hogares y transeúntes. Otros sobrevivientes aseguraron que los agresores pedían documentos de identidad para verificar la religión de las personas antes de ejecutarlas.
Reacciones y condena internacional
La brutal escalada de violencia ha encendido las alarmas en la comunidad internacional. El Enviado Especial de Alemania para Siria, Stefan Schneck, condenó los ataques y urgió a las autoridades sirias a frenar la violencia.
Por su parte, el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, instó al gobierno interino a garantizar la protección de todas las minorías y evitar una nueva crisis humanitaria. «Las masacres no pueden ser la respuesta a décadas de opresión. Siria necesita reconciliación, no venganza», expresó en un comunicado.
Un país al borde de una nueva crisis
El actual presidente interino de Siria, Ahmad al-Sharaa, ha intentado contener la situación y anunció la formación de comités especiales para investigar los crímenes y garantizar justicia para las víctimas. No obstante, el deterioro de la seguridad y la falta de control sobre grupos armados sugieren que el país podría estar entrando en un nuevo ciclo de violencia incontrolable.
Este repunte de enfrentamientos es el peor registrado en Siria desde la caída de Assad en diciembre de 2024 y pone en jaque los esfuerzos internacionales para estabilizar la nación tras 13 años de guerra civil. La comunidad internacional observa con preocupación, temiendo que la crisis derive en un nuevo conflicto sectario de consecuencias devastadoras.