En la costa norte de la República Dominicana, entre las palmas y el murmullo del Atlántico, se encuentra la Playa Arroyo Salado, también conocida como «La Boca». Este rincón natural, ubicado en Cabrera, provincia María Trinidad Sánchez, donde el río y el mar se abrazan en un espectáculo de aguas dulces y saladas, es un tesoro ecológico y turístico que atrae a visitantes locales y extranjeros por igual.
Sin embargo, detrás de su belleza escénica, se esconde una realidad alarmante; la frecuencia de ahogamientos en esta playa ha ido en aumento.
Según reportes recientes, en promedio, cada 15 días ocurre un incidente fatal en sus aguas. Tal es el caso de la niña de ocho años que perdió la vida por asfixia por inmersión mientras disfrutaba de un día familiar en el lugar, en marzo pasado o la más reciente péerdida de un joven de 19 años quien falleciera la mañana del domingo 27 de abril por las mismas razones.
Esta situación no solo enluta a familias, sino que también pone en evidencia la falta de medidas preventivas y de respuesta por parte de las autoridades competentes.
A pesar de la recurrencia de estos trágicos eventos, no se ha establecido un equipo permanente de salvavidas o rescatistas que vigile y asista a los bañistas, especialmente durante los fines de semana y temporadas altas, cuando la afluencia de visitantes se incrementa considerablemente.
Los propietarios de casetas en la playa han expresado su preocupación y han hecho llamados urgentes a las autoridades para que se implementen medidas de seguridad adecuadas. Además, han aclarado que la playa permanece abierta al público y que están comprometidos en ofrecer servicios de calidad a los visitantes.
Es imperativo que se tomen acciones concretas para garantizar la seguridad de quienes visitan Arroyo Salado. Esto incluye la instalación de señalizaciones claras sobre las zonas de riesgo, la presencia constante de personal capacitado en rescate acuático y la realización de campañas de concienciación sobre la importancia de seguir las indicaciones de seguridad.
La belleza natural de Arroyo Salado es un patrimonio que debemos proteger, no solo en términos ecológicos, sino también asegurando que sea un lugar seguro para el disfrute de todos.
Las autoridades locales y nacionales tienen la responsabilidad de actuar con prontitud y eficacia para prevenir más pérdidas humanas y preservar la reputación de este destino turístico.
Es hora de que ese pedacito de este paraíso del Nordeste deje de ser escenario de tragedias evitables.
Amaury Reyna Liberato, director de ElNaguero.com