Washington se distancia de sus aliados del G7 y evita firmar declaración de condena por el bombardeo que dejó más de 60 soldados ucranianos muertos.
Washington.- La administración del presidente Donald Trump se negó a respaldar una declaración de condena al ataque ruso contra un puesto de mando ucraniano en la ciudad de Sumy, redactada por los países miembros del G7.
La información fue divulgada por la agencia Bloomberg, citando fuentes vinculadas a la diplomacia internacional.
Según personas familiarizadas con la correspondencia entre los gobiernos aliados, la Casa Blanca argumentó que no podía sumarse al documento ya que actualmente trabaja en una estrategia diplomática destinada a «preservar el espacio para negociar la paz» y considera que una condena pública podría minar dichos esfuerzos.
La decisión generó fricciones entre los países del G7, en especial con Canadá, que ocupa este año la presidencia del grupo. Según el reporte, el gobierno canadiense habría comunicado a sus socios que, sin el aval de Estados Unidos, no sería posible publicar la declaración conjunta de condena.
El ataque ruso
El Ministerio de Defensa de Rusia confirmó que el pasado domingo sus tropas atacaron con dos misiles táctico-operativos Iskander-M un puesto de mando de las Fuerzas Armadas de Ucrania ubicado en la ciudad de Sumy, al noreste del país. De acuerdo con el reporte oficial, más de 60 soldados ucranianos habrían muerto en el ataque.
La ciudad de Sumy, que ya había sido blanco de otros ataques en meses anteriores, volvió a convertirse en epicentro del conflicto, en un momento particularmente delicado para las relaciones internacionales en torno a la guerra.
Contactos directos entre Washington y Moscú
Pese al ataque, la diplomacia estadounidense continúa explorando vías de diálogo con Moscú. La semana pasada, el presidente ruso, Vladímir Putin, se reunió en San Petersburgo con el enviado especial de Donald Trump, Steve Witkoff. Según trascendió, ambas partes sostuvieron un encuentro calificado por Witkoff como “una reunión convincente”, en lo que constituye uno de los contactos bilaterales más directos desde la reanudación del conflicto.
Estas conversaciones forman parte de los esfuerzos de la Casa Blanca por abrir un canal de comunicación directo con el Kremlin, en busca de una salida negociada a la guerra y una posible normalización de relaciones diplomáticas entre ambos países.