Desde el año 2000, hemos visto cómo el fantasma de la división ha ido carcomiendo a partidos políticos mayoritarios y minoritarios, esto sin importar si son de izquierda y derecha, siendo sus efectos muy drásticos, puesto que ellas han limitando sus posibilidades de éxito electoral. Lo peor y más grave de todo es que, ninguna razón ideológica ha motivado esos fraccionamientos.
Y es que al parecer, ese fantasma sigue tocando puertas… y aquello de que nadie está vacunado contra el virus de la división en las organizaciones que gravitan en el quehacer político nacional, sigue teniendo mucho peso, pues nos luce que, la pipa de la paz que han estado fumando los morados y que les ha permitido vivir en unidad y mantenerlos en el poder, se agota.
Bastaría con analizar las declaraciones ofrecidas por el equipo de campaña del aspirante a la nominación presidencial por el PLD, doctor Leonel Fernández y las acusaciones de crear una “campaña sucia” que pesa sobre algunos sectores que acompañan a su compañero Danilo Medina, para llegar a la conclusión de que la sangre en ese Partido, podría estar casi llegando al río.
En 1978, producto de una crisis interna que tuvo que enfrentar Bosch, del PLD surgió el partido de la Unidad Democrática (UD), en ese entonces fundada por Tonito Abreu. Años más tarde, en el 1983, luego de duros enfrentamientos entre el fundador de esa organización y el doctor Rafael Alburquerque, nace el PPD a raíz de la expulsión de este último y lo propio sucedería en el año 1992 con el dirigente peledeísta Max Puig, quien salió del PLD y fundó la APD.
¿Estaríamos en la antesala de un nuevo fraccionamiento a lo interno del PLD o sabrán sus líderes ponerse de acuerdo para mantener la unidad y hegemonía que hasta estos días habrían tenido y que tantos éxitos electorales le granjearon? ¡Está por verse!
Como también está por verse si esa clase política que hoy gobierna y que se pelea por seguir o volver a la casa de gobierno, cargará con el peso histórico de profundizar una crisis político-partidaria, sumándose a la larga lista de las organizaciones del sistema que, al final de sus días, por intereses particulares y/o grupales, se desviaron de su propósito y olvidaron los objetivos que perseguían.
Amaury Reyna, presidente grupo de medios Naguero