Haití atraviesa una de las etapas más críticas de su historia reciente. Los atentados contra periodistas y medios de comunicación, como el ocurrido el pasado 24 de diciembre en el Hospital General de Puerto Príncipe, no solo constituyen actos de barbarie, sino que también reflejan el nivel de impunidad y descomposición social que se ha apoderado de la nación hermana.
En este ataque, perpetrado por miembros de la pandilla liderada por Izo, dos periodistas perdieron la vida mientras otros siete luchan por sobrevivir. Aún más alarmante es la declaración de los atacantes, quienes justificaron el hecho bajo el argumento de no haber sido consultados sobre la reapertura del centro de salud.
Este tipo de acciones demuestran que las pandillas no solo desafían al Estado, sino que también buscan ejercer un control absoluto sobre la vida de los ciudadanos.
El papel del periodismo como vigilante de la sociedad está bajo amenaza en Haití. Jimmy Chérizier, alias “Barbecue”, y otros líderes de pandillas no han dudado en intimidar a reporteros de manera pública, tal como lo hizo a través de una transmisión en TikTok, donde amenazó directamente a periodistas críticos con su organización. Más aún, Barbecue confesó abiertamente su participación en el secuestro de Lucien Jura, un acto que ejemplifica la creciente osadía de estos grupos criminales.
Las cifras son estremecedoras: desde enero de 2022, 13 periodistas han sido asesinados, mientras otros han sufrido heridas, secuestros o amenazas. Estos ataques no solo ponen en peligro a los comunicadores, sino que también generan un silenciamiento forzoso que priva a la ciudadanía y al mundo de información crucial sobre la situación del país. Haití corre el riesgo de convertirse en una zona de silencio mediático, un terreno donde la información no fluye y la verdad es suprimida.
Desde la República Dominicana, observamos con consternación cómo los medios de comunicación, como Le Nouvelliste y Le Moniteur, también han sido objeto de ataques y saqueos. Este panorama, sumado a los datos de la UNESCO que revelan que el 76 % de los periodistas haitianos han sufrido amenazas y el 54 % ha visto su trabajo afectado, evidencia una crisis que exige atención urgente de la comunidad internacional.
Condenamos enérgicamente el ataque contra los periodistas y los medios de comunicación. La libertad de prensa es un pilar fundamental de toda sociedad democrática, y su vulneración representa un retroceso que afecta a toda la región. Es imperativo que los gobiernos, las organizaciones internacionales y la sociedad civil se unan para exigir justicia por las víctimas y garantizar condiciones seguras para el ejercicio del periodismo en Haití.
Hoy, más que nunca, extendemos nuestra solidaridad al pueblo haitiano, a los periodistas que arriesgan sus vidas por informar y a las familias de quienes han sido víctimas de esta violencia desmedida. Haití no está solo. Desde esta trinchera de libertad y compromiso con la verdad, nos unimos al clamor por un cambio que devuelva la paz y la dignidad a una nación que merece mucho más que el caos que hoy enfrenta.
Amaury Reyna Liberato, María Trinidad Sánchez, República Dominicana. Director de ElNaguero.com