Cuando del tema dominico-haitiano se trata, la retórica del anti haitiano y el nacionalista, debe ser echada hacia un lado y cada quien tiene que estar en lo suyo.
Y es que, desde nuestro lado de la isla, “acciones concretas”, es lo que siempre se ha demandado del Estado dominicano frente al dolor de cabeza que ha significado para todos los que nos han gobernado el tema con Haití; pero cuando algo se hace, los que se quejan de que nada se hace callan y los que acostumbrados nos tienen a sus ataques, embisten con mayor fuerza.
Hace apenas unos días que, a través de las redes sociales, se daba a conocer que el gobierno dominicano habría tomado medidas contra el ex primer ministro haitiano Claude Joseph y unos doce lideres pandilleros que mantienen en zozobra dicha vecina nación, y sobre este hecho, las reacciones no se hicieron esperar.
Puede estar usted de acuerdo o no con mi opinión respecto al tema, pero lo que le será difícil refutar es que, desde hace mucho tiempo, si alguien lleva la voz cantante por aquellos que quisieran colocarnos como país, en una posición xenófoba y racista en medios nacionales e internacionales, ese es el ex primer ministro de Haití, y todo ello, como parte de una agenda que anda muy divorciada de la realidad, y que, a este juego, muchos dominicanos le han hecho injustamente el coro.
Que la agenda de algunos políticos no sea precisamente la más humanitaria y solidaria para con los nacionales que viven en territorio dominicano, sin importar la condición en la que se encuentre, ello no implica que, como gobierno y Estado, hayamos dado la espalda a un proceso necesario de regulación migratoria y que seamos permisivos a tal punto de haber descuidado la Patria que fue forjada a sangre y fuego por nuestros héroes y heroínas.
Ahora bien, lo que si hará falta siempre es que, cuando las acciones concretas se tomen y las medidas se apliquen, como dominicanos sepamos también colocarnos del lado de aquellos que, en el momento preciso, toman decisiones que buscan salvaguardar nuestra nación y la seguridad de cada uno de nuestros dominicanos.
La situación en Haití cada día se torna más peligrosa. El proceso de desestabilización que se vive allí, sobre todo después del magnicidio ocurrido hace poco tiempo, nos obliga a doblegar las medidas de seguridad fronteriza, elevar los niveles de alertas y tomar las medidas que se entiendan sean necesarias para cuidar a dominicana de los criminales que operan en Haití.
Y tranquilos dominicanos y dominicanas, cuando ustedes escuchen a algún funcionario haitiano hablando sobre “posibles reacciones negativas” contra República Dominicana por las recientes medidas adoptadas, nunca se olviden que esos que han gobernado a Haití, solo han sabido endurecer su discurso contra la vecina nación que solidaria ha sido con ella, y que valor les ha faltado para demandar atención y asumir su responsabilidad a naciones que son responsables de su desgracia historia y que de la pobreza de Haití viven y es su principal y más lucrativo negocio.
Mientras tanto, sin importar el color de los que gobiernen, cada quien a lo suyo… los dominicanos a defendernos de los inhumanos e irracionales ataques de los desmemoriados exfuncionarios haitianos y colocados al lado de quienes toman las decisiones para apoyarles y acompañarlos en esta lucha que es de todos.