Hace tan solo horas que se dio a conocer a todo el país la infausta noticia de que un ciudadano llamado David habría perdido la vida luego de haber sido golpeado brutalmente en un cuartel policial. Pocas hora más tarde, el pronunciando del presidente Abinader no se hizo esperar.
Como acostumbrados nos tiene, de forma enérgica se expresó sobre el particular. Al referirse al hecho, Abinader señaló que “como ciudadano y presidente, expresaba su consternación por la muerte del Joven David de los Santos y que, además, en su gestión casos de esa naturaleza no quedarán sin sanción”.
Excúseme señor presidente, pero con indignación y un tuit en el que refleja su consternación, no es suficiente.
Miremos el tiempo, recordemos el crimen de los jóvenes pastores y recién casados que cayeron abatidos a manos de sus agentes en Villa Altagracia, recordemos también el caso de la arquitecta Leslie. Estimado señor Presidente, recordemos también el caso de Richard Báez, quien murió tras ser golpeado por agentes policiales en la ciudad de Santiago, a José Gregorio Custodio, quién perdió la vida tras ser conducido al resort de la muerte, mal llamado cuartel de Ocoa, recordemos todos esos casos señor presidente, para que entonces pasemos a lo que realmente importa, porque más allá de toda esa indignación, se hace necesario que hablemos de reforma policial.
Ciudadano presidente, comprendo su indignación, es quizás la misma que tenemos todos y cada uno de los dominicanos que estamos viendo como cada día muere gente inocente a manos de aquellos que no comprenden que su poder no debe ser para oprimir o matar, sino para proteger, preservar y salvaguardar vidas.
Hablemos de reforma policial señor presidente, es tiempo de que esa deuda social acumulada que se tiene con este pueblo sea saldada, comencemos por ahí, dejemos que esos aires de indignación se expresen en otra dirección, que sean parte de ese torrente de voluntad que se requiere para lograr ver de una vez y por todas logrado el sueño de tener una Policía Nacional más humana, actualizada, menos brutal y menos represiva, que respete la vida y los derechos humanos, una que esté acorde a estos tiempos.
Hablemos de lo que realmente importa, y ahora, señor presidente, ¡Paremos tanta muerte!
Por Amaury Reyna Liberato