Los vínculos afectivos que creamos con nuestros hijos durante sus primeros años de vida son fundamentales para su desarrollo. Se establecen con los cuidadores habituales juegan un papel muy importante en el desarrollo de su equilibrio emocional, en su auto concepto y autoestima.
La creación de un vínculo afectivo seguro permitirá que nuestro hijo desde bien pequeño vaya desarrollando esquemas mentales que asocian a papá y mamá (cuidadores habituales) con sentimientos de seguridad, afecto y tranquilidad.
El vínculo afectivo seguro garantiza relaciones afectivas positivas, estimula la autonomía de nuestros hijos y fomenta una visión positiva de sí mismo y de los demás.
1.- Debemos atender sus necesidades de manera efectiva.
Durante el primer año, sobre todo los primeros meses de vida hay que observarle atentamente para conocer cómo reacciona ante determinadas situaciones de hambre, sueño, cansancio, aburrimiento. Más adelante, conforme nuestros hijos crezcan, nuestro modo de atender sus necesidades y de averiguar qué les ocurre también cambiará.
2.- Protegerles del peligro, pero sin ser alarmista, sin sobreproteger.
Ante cualquier situación que pueda generarles miedo, ansiedad o intranquilidad, es muy positivo que seamos capaces de transmitir un estado de calma cuando nuestros hijos no estén junto a nosotros.
3.- Al separarnos de nuestros hijos hacerlo de manera correcta.
Al dejar a nuestros peques al cuidado de un tercero ya sea una guardería o con los abuelos es el más claro. Las despedidas cortas, un beso y un abrazo les transmiten la tranquilidad y la seguridad de que quedan en buenas manos y en un lugar seguro.
4.- Expresar nuestro afecto abiertamente, con gestos y palabras, besos y abrazos.
No tengamos miedo de decirles una y mil veces «te quiero», abrazarles y besarles siempre que tengamos ganas, nunca hay un abrazo de más pero sí es posible algún beso de menos que reprochar a nuestros padres cuando nos hacemos mayores. No dejemos que eso pase.
5.- Dedicar tiempo a jugar con nuestros bebés o niños.
Permítele que establezca su propio ritmo, evita dirigir siempre el juego, regálate el tiempo de compartir con tu hijo, sin regañar, sin dar instrucciones, que sea un tiempo de diversión para los dos.
6.- Mantener la calma y reaccionar con mucha paciencia ante las situaciones estresantes.
Algunos bebés lloran mucho y son fácilmente irritables, si es así, debemos responder con calidez, procurar el contacto físico e intentar calmarle con suavidad.
7.- Educar con afecto implica también establecer límites y normas.
Nuestros hijos necesitan orientaciones sobre cómo vivir en familia y cómo respetar los derechos de los demás para vivir en sociedad.
8.- Mostrar interés por sus preocupaciones e intereses a lo largo de su desarrollo.
Es importante que nuestros hijos noten que son importantes para nosotros, que sus problemas (por más pequeños que nos parezcan a nosotros) nos interesan y preocupan. Esta es la forma de andamiaje que necesitamos crear para cuando crezcan no tengan miedo en hablarnos de lo que les inquieta.
9.- Una actitud abierta a escuchar y dialogar
Esta actitud garantiza que cuando tu hijo o hija se enfrenten a dificultades no tengan miedo de pedirte ayuda o consejo.
Por: Gazhil Jeréz, Psicología Para Todos