Sin temor a equivocarme, pudiera yo asegurarles a ustedes en este día, que hasta los chinos de Bonao sabían que esas tortugas tinglar preferían a Nagua hasta para anidar en estos tiempos en los que ellas, que están en extinción, ubican el mejor espacio para echarse a ello.
Y es que la muerte de dos tortugas tinglar en las costas de nuestro municipio de Nagua nos tomó por sorpresa a muchos, y la indignación por ello no se hizo esperar. Diversos usuarios en redes sociales estuvieron denunciando la situación por días y nadie habría hecho caso, hasta que, a ambas le llegó su hora y una de ellas fue cargada en una pala mecánica hacia un lugar que sería su última morada, puesto que, por descuido y desinterés de quienes están llamados a atenderle, estas habrían muerto.
Días han pasado, y el silencio de las autoridades en torno a este caso es aún mayor que en los días en los que se denunció el estado agónico de una de ellas, pareciera que, las lenguas de los servidores públicos de Medio Ambiente estuviesen más muertas que las propias especies que hoy perdimos, y que pena.
¿Por qué tanta indiferencia? ¿De qué nos vale promover la liberación de neonatos de estas especies, si al final terminamos por desinteresarnos por su bienestar y por ofrecer el cuidado que estas requieren cuando están a la vista en nuestras costas?
En marzo del presente año, el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales informó que, desde la temporada de anidamiento de tortugas marinas, que se iniciaba en marzo, y en su labor de protección de las especies, habrían registrado 141 nidos en las costas de la República Dominicana.
Y es entonces cuando vuelvo me pregunto, ¿de qué nos vale ese registro si no vamos a cuidar de estos espacios y de las especies como deberíamos? Como bien decía al inicio, hasta esos chinos de Bonao saben que en zonas como la Poza de Bojolo, las 40 en Nagua, el kilómetro 13 de la Independencia, Costa Esmeralda y El Limón (Samaná) y Bahía de las Águilas, son de esos lugares en los que podemos encontrar esa especie que es la mayor de todas las tortugas marinas, alcanzando una longitud de 2,3 metros y un peso de más de 600 kilogramos.
El 11 de agosto pasado, unas 46 especies de tortugas tinglar fueron liberadas en las costas de Nagua, todo esto luego de que la tortuga tinglar desovó los huevos en la playa Poza de Bojolo. En ese entonces el personal de Medio Ambiente debió colocar vigilancia para evitar que desaprensivos los tomaran.
¿Qué habrá cambiado desde aquel día hasta ahora? Aún sigo sin entender, por qué se llegó a este nivel de descuido y desatención, pero por sobre todas las cosas, por qué en Medio Ambiente todo el mundo es mudo y nadie ofrece una declaración sobre todo lo que ha sucedido.
¡Hablen y accionen ya, antes de que más especies sigan muriendo!
Por Amaury Reyna Liberato
Residente en Nagua, provincia María Trinidad Sánchez