Entre los préstamos del congreso que tienen a este país endeudado hasta el tuétano, el alza de los productos de la canasta familiar y la paralización del sector construcción, sumado a esto la crisis económica y de salud mental a la que nos ha condenado la covid19, estamos como muy entretenidos y perdiendo de vista que también debemos estar vigilantes ante otros temas que tocan muy de cerca, hasta nuestra seguridad nacional.
Tal es el caso de las relaciones internacionales que se establecen entre nuestro país y el vecino Haití y que, con mucho cuidado, prudencia, pero sobre todo con extremo celo, al nivel de una mujer u hombre tóxico, deberíamos estar cuidando, incluidos ahí cada centímetro de nuestro territorio, esto, sin dejar de lado lo importante que siempre será velar porque los extranjeros, incluyendo a nuestros vecinos, comprendan que deben respetar las decisiones que se emanan desde este lado de la isla.
Hace apenas unas horas que recibí la información, en la redacción del naguero.com, de que cientos de nacionales haitianos protestaban porque la República Dominicana había cerrado el mercado de Dajabón. Si, ese mercado binacional que funciona entre la frontera de República Dominicana y Haití y que mueve más de US$1,000 millones de dólares al año, el mismo que, gracias al mercado informal que se genera producto de su ineficiente implementación, hace que estas cifras superen los US$2,500 millones de dólares.
¿Protestar por qué? Pero más que eso, me pregunto yo, dónde anda el cuerpo diplomático y consular de este país que ante estos hechos y otros que se han producido en días pasados, en torno a lo que tiene que ver con el rio masacre, al parecer han enmudecido.
Durante las protestas escenificadas en el borde fronterizo se ha visto de todo, incluido el contingente policial que del lado dominicano resguarda nuestro territorio, acompañado del personal de Salud Pública que vigila que se cumplan los protocolos de acceso al país de personas que vienen legalmente hacia la RD, eso hay que reconocerlo, pero, continúo preguntando, vamos a esperar que derriben la puerta de metal que nos divide y que los haitianos nos invadan impunemente, sin siquiera alzar nuestra voz.
EL chantaje de Haití para con dominicana tiene que terminar. Ambas naciones debemos aprender a convivir, eso es cierto, pero cada nación en su territorio debe aprender a respetar a las otras, sobre todo las medidas que se toman para salvaguardar la vida de nuestra gente.
Yo se que el mercado binacional fronterizo entre la República Dominicana y Haití recibe la visita anual de unas 200,000 personas, y que de estas son más los dominicanos que los haitianos los que acuden al mercado, también sé que mucha de nuestra gente vive de ese mercado, como lo hacen también muchos haitianos, pero la salud de la nación esta primero, y si el pueblo haitiano no quiere comprenderlo que vaya donde su gobierno a exigir que cree condiciones para que sus nacionales puedan ganarse el moro de otra forma, en lo que los temas de salubridad por COVID19 se atienden en un país en el que sus autoridades si se está preocupando por la salud de su gente, su seguridad y bienestar.
Si se quieren matar, que se matan allá los haitianos, pero que a dominicana no vengan a presionar para entrar, mucho menos de muchos de esos son los que ni vacunarse contra la covid19 tienen, porque ni siquiera respeto por su propia vida tienen.
Amaury Reyna, comentarista del Naguero Radio.