La mala práctica de ocupar terrenos en República Dominicana, ha sido un hecho muy común a lo largo de toda nuestra historia, sin embargo, aún en tiempos de dictadura o de democracia plena, como en los que vivimos, ha sido un problema al que los que nos han gobernado no han sabido dar respuestas, puesto que, aun cuando los desalojos que se producen a causa de estas ocupaciones estén justificados, autorizados por la ley y que cumplen con las normas pertinentes del derecho, las razones que lo provocan y factores favorables a que estos se produzcan, nunca han sido atendidos y enfrentados con políticas públicas integrales que impacten directa o indirectamente a quienes por el hecho se convierten en invasores.
Recientemente, en el populoso sector de las cuarenta, en Nagua, municipio cabecera de la provincia María Trinidad Sánchez, se ha realizado un desalojo forzoso, hecho mismo que se produce luego de que las autoridades hicieran esfuerzos ingentes para advertir que debían desocupar dichas tierras quienes ilegalmente habrían levantado sus edificaciones allí.
Acompañados de un contingente de militares, cuerpo de bomberos, entre otros, los representantes del ministerio público procedieron a limpiar el terreno que había sido invadido, y la indignación no se hizo esperar. En las redes sociales se ha dicho de todo, unos a favor del hecho, otros en contra, estos últimos alegando falta de sensibilidad humana en quienes ejecutan el desalojo y de quienes lo solicitan.
En este punto, cabría preguntar si, el pueblo, o los opinólogos que surgieron alrededor del tema, se han detenido siquiera a analizar las causas y consecuencias que tiene para el desarrollo de un pueblo la invasión de terrenos, además de, por supuesto, cuales son los factores que hacen que estas acciones se produzcan.
Y es que, si bien es cierto que estos desalojos dejan en condiciones de extrema pobreza y desamparo a quienes lo sufren, condenando a invasores a vivir con los traumas que este provoca y dificultando aun mas la vida de quienes ya se encontraban en condiciones de marginalidad y vulnerabilidad en la sociedad, no menos cierto es que, al levantar improvisados barrios en terrenos invadidos sin siquiera condiciones mínimas de salubridad para vivir, provoca mas daño que bienestar al pueblo en el que residen, sobre todo en pueblo como el de Nagua, que de por sí ya tiene problemas serios por delante para enfrentar un desarrollo de infraestructuras sin tener un adecuado sistema de drenaje pluvial, de distribución de agua potable y electrificación, entre otros, y ni hablar del impacto negativo que al medioambiente estas invasiones producen, pues se levantan sin ningún criterio de respeto al desarrollo urbanístico de la ciudad.
Si el desalojo es justo o no, no debe ser tema de debate en este momento, sobre todo si el mismo se ha producido dentro del marco del respeto a nuestras leyes, y luego de las advertencias de lugar a quienes invadieron la tierra. Porque nadie está al margen de la ley, y si la ley existe es porque debemos respetarla y quienes en la actualidad demandan respeto a sus familias, esos que dicen le violentaron sus derechos al ser desalojados, hay que hacerles entender que la invasión de un terreno es ilegal y que sus dueños, aún sea el propio Estado, tienen el total derecho de demandar el respeto a la tenencia de sus tierras.
Al final, en lo que sí deberíamos estar centrados como ciudadanos, es en seguir demandando de nuestras autoridades políticas públicas que continúen enfrentando las desigualdades sociales que padecemos desde siempre, la creación de nuevas y mejores oportunidades, pero por sobre todas las cosas, planes, programas y proyectos que procuren construirle mejor futuro a nuestra gente, levantando infraestructuras que nos permitan cumplir con el derecho humano y sagrado que todos y todas tenemos de poder vivir en una vivienda digna.
Si existen personas que deben invadir tierras para poder vivir, es porque nuestras autoridades, todas, las que nos gobiernan y las que nos han gobernado, aun no han cumplido con la misión sagrada de velar porque en nuestro país se rompan las cadenas que atadas a la desigualdad y la pobreza extrema mantiene a nuestra gente.
Amaury Reyna Liberato
Jefe de Redacción, Naguero.com