Hacen 31 años la vida me ofreció una exquisita sorpresa, la de conocer una mujer, que desde el momento que mis ojos se posaron sobre su rostro y oí su voz esparcirse con una dulzura que se confundía con una melodía subliminal; sentí un frío en mi cuerpo, como una clarinada que anuncia la unión en las lejanías de una hermosa nube con la majestuosidad de una escarpada montaña.
Al poco tiempo pude descubrir que esa voz melódica, capaz de deleitar e imponerse con una autoridad angelical, brotaba del corazón de una ninfa, tan hermosa como inteligente, tan diferente como especial, tan noble como sensible, tan cariñosa como valiente. No necesité tantos segundos para saber que sería mi musa para toda la vida.
El tiempo pasa sin darnos cuenta, esa melodía vive en mi recuerdo desde hacen más de 30 años y vivirá conmigo hasta que exhale mis últimos suspiros que me hacen parte circunstancial de esta vida. Algunos lo llaman amor a primera vista, aunque prefiero considerarlo como un encuentro de dos almas gemelas, que el destino escogio ese momento para confundirlas en una sola Alma.
Cuando esta confluencia de dos seres ocurre, el tiempo pasa y pasa hasta envejecer juntos, sobrepasando las vicisitudes que nos depara un mundo lleno de conflictos y sorpresas, de momentos alegres y de otros muy tristes y dolorosos. La vida no está destinada a marchar de manera lineal, va de los picos a los valles, fluctuando entre altas y bajas, poniendo en cada instante a prueba el amor verdadero.
Esa mujer con voz melódica y angelical ha sido mi roca, mi sostén emocional, quien susurra desde la almohada para darme vigor cuando estoy al borde de quebrarme, la que conoce mis debilidades y jamás permite que crezcan y se fortalezcan, Es mi amiga, compañera, confidente, amante, consejera, para que seguir,; es todo para mi.
En los años que he sido parte de esta vida, que son unos cuantos, jamás me he encontrado con alguien tan valiente, tan firme en sus convicciones, tan impoluta, tan sensible, tan solidaria, tan sencilla, tan humilde, tan auténtica, tan ella misma.
Es cierto que no hay nadie perfecto, la perfección es un ilusión, pero esa mujer de voz melódica, está muy cerca de ser perfecta, Excelente hija, extraordinaria madre y exquisita esposa. Muy buena amiga y solidaria con todos, lo que hace que por donde pasa siempre sea la más querida, apreciada y recordada.
Esa mujer de voz melódica ha ostentado altas posiciones, lo que nunca ha hecho que abandone sus orígenes, que pierda su fragancia, su esencia pueblerina, que disfrute la vida simple. Nunca ha permitido ser atada a los protocolos, a la formalidad, a la rigidez de una posición, nunca nada ha podido incidir para que deje de ser ella misma, la alegre y extrovertida hija de las flores.
Esa mujer de voz melódica y esencia angelical, siempre adornada con su risa natural, valiente pero conciliadora, es un angel que llegó a mi vida para hacerme conocer el amor y la felicidad. Esa mujer es mi esposa, Isabel Bonilla, Gagary. UNA MUJER SIMPLE Y ÚNICA.
Por Luis Estrella