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Mirar hacia adentro y escuchar tu silencio

Algunas personas llegan a la consulta con la inquietud de presentar problemas de pareja o conflictos familiares y al momento de describir la situación que le aqueja resulta que se ven a sí mismas envueltas en una cadena de sucesos repetitivos, historia relacional similar, patrones de elección de pareja y dinámicas familiares heredadas de su propio sistema.

Avocados a encontrar la solución a sus aflicciones emocionales y relacionales tienden a proyectar la realidad de su contexto en los “defectos” del otro. Incomprendidos y confundidos es la manera en que pueden llegar a describirse en esa necesidad de ser a través de otros o de su incapacidad de verse a si mismos junto a la cuota que le corresponde dentro del problema.

Aquí podríamos encontrar relaciones y familias tóxicas, personas dependientes, la codependencia, la ausencia de limites al punto de perderse a si mismo en el otro, fusionar la pareja y perder su esencia como persona, como individuo.

Al llegar a la terapia y desmarañar esos nudos mentales, para descubrir que tus lealtades invisibles son esos lazos que te atan a la discordia y la incongruencia que terminas viviendo y que te hace llegar a la terapia cuando estas camino a la sanidad cuando al reconocer el problema ya estás dando un paso importante. El reto está en el origen y la capacidad de apreciarlo. Cambiar el enfoque, mirar hacia adentro y escucharse a sí mismos.

El trabajo terapéutico en un sistema familiar o a nivel individual y de pareja, va encaminado a desaprender la forma en que observamos, escuchamos y hacemos las cosas. Aprender a mirar más hacia nosotros mismos, y a escuchar más lo que dice a gritos tu cuerpo, tu instinto, tu historia. Vivir conscientemente el presente.

Muchos, durante el periodo de confinamiento, se vieron obligados en su soledad a encontrarse a sí mismos y descubrir esos nudos emocionales, psicológicos y relacionales al visibilizar e intensificar los conflictos que no han sido capaces de enfrentar y superar. Además, hacer consciencia de que en los sistemas familiares los conflictos pueden destruir parejas, alterar la armonía y crecimiento sano de los hijos, generar secretos que pasan de generación a generación provocando heridas emocionales profundas, y ese maltrato poco reconocido cuando se vive en la infancia y que en su adultez se expresa en esa búsqueda insaciable de afecto y dependencia por el “abandono”.

Si usted, su pareja, familia o hijos sintió que en este período hubo momentos donde mirarse al espejo significó más que temer el ir al supermercado debe buscar ayuda de un profesional de la salud mental y aprender a vivir en resiliencia, a crecer de adentro hacia afuera y a irradiar ese estado de bienestar que impregna y motiva a vivir el verdadero sentido de la felicidad, vivir sin sufrimiento, amar sin depender, a cultivar y no negociar su amor propio.

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