Fue hace doce mil años, cuando nuestros antepasados se organizaron como sociedad y
comenzaron a compartir el mismo espacio territorial que las enfermedades se
convirtieron en un peligro para la humanidad. La Peste de Justiniano (Imp. Bizantino)
la Peste Negra (S.XIV), la viruela y el sarampión que contribuyeron a exterminar las
civilizaciones precolombinas, la Gripe Española (1918), la Gripe Asiática (1957), la
Gripe de Hong Kong (1968) y el VIH descubierto en 1981 han cobrado millones de
vidas en todo el mundo.
El ejemplo más actual lo tenemos en el coronavirus (COVID-19), descubierto y aislado
por primera vez en Wuhan, China y que ha puesto de rodillas países como Italia,
Estados Unidos, España y China. En nuestro país el primer caso (importado) de este
virus fue confirmado a principios del mes pasado, entrando días más tarde en
circulación comunitaria y rondando al día de hoy los mil quinientos contagiados según
las estadísticas oficiales.
Las zonas metropolitanas del Distrito Nacional, la provincia Santo Domingo, Santiago,
La Vega y San Francisco de Macorís concentran el 80% de los casos. Aunque en
nuestra provincia al día de hoy contamos con solo ocho casos, no podemos
descuidarnos ya que la dinámica socioeconómica y la distribución de la población en el
territorio, nos hace propensos a una rápida expansión de la enfermedad.
En nuestra provincia el 50% de la población vive en el municipio cabecera, el 80% en
la zona urbana y por lo menos el 50% de estos en barrios superpoblados. En Nagua
cerca de 20,000 personas habitan en las orillas de ríos y cañadas, la gran mayoría en
condiciones de marginalidad, vulnerabilidad y hacinamiento como es el caso de La
Islita y algunas zonas de Río Mar, Buenos Aires y demás sectores de ese litoral.
El hecho de que el 60% de la actividad comercial de la provincia se desarrolle en
apenas 4.5 km² en el perímetro que conforman las calles Progreso, 27 de Febrero, María
Trinidad Sánchez y Mella de esta ciudad es como para disparar las alertas.
Esta concentración de personas en tan poco espacio para luego distribuirse por todos los
confines del territorio tiene el mismo efecto que agitar una Coca-Cola y luego abrirla.
Un solo contagio en un lugar como un banco comercial, el mercado público, un
vehículo de transporte interurbano o sobre un motoconcho en poco tiempo llegaría a
algún lugar muy poblado reproduciéndose rápidamente dadas las características de
convivencia y ocupación del territorio. Como ya he venido advirtiendo, a la
aglomeración de personas en esa zona, especialmente en el mercado, hay que prestarle
especial atención.
Depende de nosotros hacer conciencia de la situación y respetar las medidas de
cuarentena, toque de queda, prevención, cuidado y distanciamiento social para poder
vencer la enfermedad. Es deber de las autoridades mostrarse enérgicas y decididas para
hacer lo que haya que hacer sin vacilaciones. Si todos hacemos nuestra parte podemos
evitar que pase aquí lo que lamentablemente está sucediendo en la hermana ciudad de
San Francisco de Macorís.
Está en nuestras manos