Hoy es domingo de nuevo, van tantos días que es así. Ya los días no se molestan ni por cambiarse la ropa, todos andan iguales, clones en fila infinita y absurda, riéndose de esta impuesta cordura.
Hace ya un tiempo que la ciudad se detuvo de madrugada, justo cuando salía el sol. Todas las puertas cerradas y un silencio que solo interrumpe de vez en cuando, algún gallo cantando o el ruido del motor.
Extrañamos la ciudad revuelta y sus detalles, el bullicio de las calles, el tumulto en el mercado, los motoristas en las esquinas, los muchachos en el pavimento, los vendedores ambulantes.
Sucede pues, que ahora a la vida le dio por mostrar el dorso, el silencio es norma y lo vacío lo obvio. Ahora las casas son para los valientes y las calles para los tontos, como usted lo lee así es.
Y es domingo, otra vez..