SAN SALVADOR, El Salvador.- Cientos de salvadoreños que han permanecido en un encierro obligatorio durante los últimos diez días y que no aparecen en la lista de beneficiarios para recibir una ayuda económica salieron la madrugada de este lunes a reclamar los 300 dólares que prometió el presidente Nayib Bukele. «Nos estamos muriendo de hambre», gritaban vendedores informales que cerraron calles y amenazaron con saquear supermercados.
La noche del 27 de marzo, el gobierno habilitó una web para que la gente consultara sobre las ayudas. El sitio colapsó durante el fin de semana. El presidente Bukele dijo que las personas que no aparecieran en la lista o que no tuvieran acceso a internet podían exponer su caso ante el Centro Nacional de Atención y Administración de Subsidio (Cenade), una dependencia del Ministerio de Economía que entrega el subsidio al gas propano a 1.5 millones de familias.
Desde la madrugada del lunes, cientos de personas llegaron a las 15 oficinas del Cenade a nivel nacional. Largas filas, de hasta 500 personas, esperaban la apertura del Cenade en ciudades populosas como San Salvador, Soyapango, Santa Ana o San Miguel. Las calles que han lucido vacías en los últimos días para prevenir contagios del coronavirus, amanecieron abarrotadas de gente que está desesperada porque no tiene ingresos económicos.
“Ya tengo tres semanas sin trabajar y si no trabajo no tengo cómo mantener a mi familia, cómo darles de comer”, se queja Jorge Sandoval, un obrero de 35 años que trabajaba en la construcción de un centro comercial en Apopa. Jorge tiene esposa y cuatro hijos, es el único que sostiene económicamente a la familia. “Me ha tocado prestar dinero. Estoy aquí para ver si me pueden resolver algo”, dice este obrero que tampoco tiene contrato formal con la empresa que trabajaba.
Un reparto complicado
Bukele aseguró el viernes que el gobierno ha hecho una labor “titánica” para la entrega de la ayuda económica. La distribución de ese dinero será, en los próximos días, un asunto complicado. Jorge, por ejemplo, tiene su propia casa, pero el recibo de energía eléctrica (uno de los parámetros del gobierno para la entrega de la ayuda) lo paga junto a su madre y sus otros dos hermanos. Es decir, en un mismo terreno viven tres familias. Ninguna de las tres familias que comparte el servicio de energía eléctrica ha recibido la ayuda.
“Los Cenade están demasiado llenos, las aglomeraciones son un riesgo de contagio usted, su vida y la de su familia. Así que por salud de la población he decidido CERRARLOS (sic)”, escribió Bukele en su cuenta de Twitter. Los reclamos deberán presentarse en línea o en un número telefónico que habilitó el gobierno.
Con evidente molestia, en San Salvador, las personas que reclamaban la ayuda cerraron la Alameda Roosvelt, una de las principales calles de la capital y un grupo amenazó con saquear supermercados. La Policía capturó a dos hombres y se apostó a la entrada de un supermercado capitalino para evitar el saqueo.
Cerrar las fronteras y el aeropuerto, aprobar un estado de excepción y ordenar una cuarentena nacional de 30 días son algunas medidas drásticas que el gobierno salvadoreño ha aprobado durante las últimas dos semanas. La casi paralización de las ciudades se interrumpió este lunes: por un lado cientos de salvadoreños reclamaban la ayuda económica, pero en los bancos también había largas filas de personas retirando los $300 dólares de sus cuentas bancarias.
Andrés Martínez, de 67 años, es un vendedor de paletas y sorbetes que no ha salido a vender desde que comenzó la cuarentena, el 21 de marzo pasado. “La señora que me da el producto intentó sacarme un permiso con la policía, pero le dijeron que por mi edad no se podía”, cuenta ese hombre que a diario deambula por las calles de San Salvador para ganar entre 10 y 15 dólares diarios. Don Andrés si aparece en la lista de beneficiarios. “Yo no creía que me lo iban a dar, pero gracias a Dios me lo dieron. Es una gran ayuda porque no he salido a vender nada”.