Nagua es un municipio rico en toda la extensión de la palabra; un pueblo bendecido por sus recursos naturales, tierra productiva y habitado por gente noble y trabajadora. Un pueblo que ha sido llamado “La ciudad de Dios”.
Tenemos tanto, pero para sacarle provecho debemos organizarnos en conjunto. Una ciudadanía con más conciencia de la mano de autoridades que prioricen y conozcan a fondo las necesidades de su pueblo para empezar a crear proyectos para el impulso de su desarrollo.
Aspiramos a ser un polo turístico, pero aún tenemos el malecón en espera de su terminación.
Queremos que se regule el tránsito, pero no funciona ningún semáforo.
Hablamos de tener una ciudad limpia, pero carecemos de zafacones para tirar la basura.
Añoramos que los niños crezcan en un ambiente sano, que puedan recrearse en buenos espacios. Sin embargo, no existe un solo parque infantil en un municipio encaminándose a lo moderno.
Tenemos un plan de desarrollo vial que ha dado resultados inesperados, en las calles principales prima el desorden, se irrespetan las vías provocando que reine el caos y en la misma proporción que la inseguridad de la población. Todo esto sin mencionar el espacio prácticamente nulo que tiene el peatón porque aún no se han podido recuperar las aceras que son ocupadas por el comercio o por ciudadanos que la toman como parqueo y obligan a que todos nos tiremos a las calles.
¿Cree usted que sería beneficiosa la construcción de un mercado público?
Mucho hemos avanzado, pero para lograr el objetivo las salidas mediáticas o lo que muchos llaman “lavar la cara” no es la solución a la verdadera problemática, pues no basta con tener puntos atractivos cuando no hemos podido mejorar el caos en el que aún estamos sumergidos.
Tomemos como ejemplo la ciudad corazón, Santiago. Allí se priorizo y se inició un trabajo organizado que no lavó la cara del pueblo, sino que se embelleció por completo.
Lograr llevar un pueblo al desarrollo y la modernidad requiere algo mas que publicidad, se necesita tocar el fondo de las necesidades y dar soluciones reales y efectivas, que solo son posibles de la mano de todas las autoridades y la colaboración de sus buenos munícipes.
Que las vanidades no suplanten nuestras prioridades.
Jasmiley Ortíz
Nagua, María Trinidad Sánchez