¿Podemos ser un polo turístico? Claro que sí, de hecho lo somos al menos en el papel, pues mediante el Decreto 0199 del 1999 fuimos declarados parte del Polo Turístico IX, incorporándonos al sistema turístico ecológico Costa Verde que conformamos junto a Cabrera y Río San Juan.
Hablamos de veinte años de tener promulgada la legislación que nos ampara y crea las condiciones para el desarrollo turístico de nuestro territorio, pero lo único que hemos visto en estas dos décadas, es a Samaná, Las Terrenas, Cabrera y Río San Juan despegarse a años luz de nosotros en cuanto a turismo se refiere.
¿Que ha pasado?
Por cosas extrañas que solo se dan en el trópico, diez años después de que fuimos declarados como Polo Turístico, se promulgó el decreto 571-09 que creó la Reserva Natural del Gran Estero, la cual se extiende desde Punta El Subidero en Los Haitíses hasta la margen derecha del Río Nagua (donde está Río Mar) y penetra cinco kilómetros mar adentro, para formar un área protegida de 152.14 kilómetros cuadrados.
Con este decreto toda la costa Nagua-Sánchez queda estrictamente protegida, fortaleciendo la disposición de la Ley 202-04 que crea las vías panorámicas Nagua-Sánchez y Nagua-Cabrera. A esto se le suman las duras regulaciones del Consorcio Bulevar Turístico del Atlántico (BTA) el cual tiene la concesión de todo ese circuito vial.
¿Por qué nos protegen tanto?
En realidad, habitamos sobre el suelo y el sistema ecológico más frágil de toda la isla, toda la zona de Los Haitises hasta Punta de los Muertos fue la última en emerger de las profundidades marinas y como tal sus suelos aún están en formación, conocemos esta zona como “Los Pantanos del Gran Estero”.
Los Pantanos del Gran Estero, por su clima húmedo y alta pluviometría aportan el 70% de la humedad que cargan los vientos alisios, los cuales son los responsables de que en las montañas y en el Cibao Central llueva, garantizando el caudal de los ríos y la fertilidad de los suelos.
Otras áreas protegidas que se encuentran en el radio de acción municipal son Gran Laguna y Loma Guaconejo, sin embargo, definir sus características haría de este escrito un texto muy extenso y la intención del mismo es arrojar luz sobre nuestra realidad turístico-legal, ecológica y medioambiental.
¿Que podemos hacer?
Es tarea de nuestros legisladores proponer la revisión de estas legislaciones, no para desproteger nuestro patrimonio natural, sino, para adecuarlas y que en el marco del desarrollo sostenible, podamos aprovecharlo para generar riquezas, sin comprometer su disfrute por parte de las generaciones futuras.
En ese sentido, el turismo que debe darse en Nagua no debería tener nada que ver con el que vemos en Las Terrenas y Cabarete, cuyo patrimonio natural ha resultado seriamente depredado y degradado. La apuesta de los nagueros debe ser un turismo ecológico de baja densidad, orientado al turista local que es nuestro nicho natural, mientras consolidamos una economía suplidora de bienes y servicios a polos turísticos consolidados como Las Terrenas, Cabrera, Samaná y Río San Juan.
Accionar por puro impulso y desear ciegamente el despegue del turismo “sea como sea” puede costarnos caro social, económica y ambientalmente hablando. No debemos competir con quienes entendemos se han ido delante, sino, a partir de nuestra especial situación construir nuestra propia realidad, trillar nuestro propio camino como ciudad, como sociedad, como habitantes de este frágil territorio.
Por: Geraldo Fernández
-Arquitecto
-Master en Desarrollo Urbano y Territorial Sostenible.
-Experto en estrategias de reducción de la pobreza a través del turismo.
-Aspirante a la nominación de candidato a alcalde por Nagua (PLD)