La decisión de proclamar el 21 de marzo como Día Mundial de la Poesía fue aprobada por la UNESCO durante su 30º periodo de sesiones, que se celebró en París en 1999; cuyo principal objetivo es apoyar la diversidad lingüística a través de la expresión poética y dar la oportunidad a las lenguas amenazadas de ser un vehículo de comunicación artística en sus comunidades respectivas.
La poesía es una manifestación de la diversidad en el diálogo, de la libre circulación de las ideas por medio de la palabra, de la creatividad y de la innovación. Esta a su vez contribuye a la diversidad creativa al cuestionar de manera siempre renovada la forma en que usamos las palabras y las cosas, y nuestros modos de percibir e interpretar la realidad.
En la República Dominicana la poesía es el género más cultivado. Sus rastros se encuentran en los días de la colonia. La falta de desarrollo económico, el aislamiento impuesto por los ataques de las potencias europeas a España y el sistema de navegación, hicieron de la isla un lugar de escaso desarrollo comercial y por ende cultural.
No fue sino hasta finales del siglo XIX cuando apareció la primera colección de poesía “La lira de Quisqueya” y cuando se forjan los primeros poetas de importancia. Del XIX, cabe seleccionar a Salomé Ureña Díaz, a José Joaquín Pérez y a Gastón Fernando Deligne como voces importantes, que muestran una dedicación central en la poesía, el pensamiento y la reelaboración de un sentido estético.
De igual forma fue Domingo Moreno Jimenes quien, en la década de 1920, siendo un cronista de expresión sentimental sobre la tierra, une la poesía y a la espiritualidad. Llega Pedro Mir, el más centrado en la tierra, que olvida por completo el cielo. Coloca la poesía en la boca de todos. Es el poeta social, portavoz del pueblo, continúa con ‘los humildes’ de Federico Bermúdez.
La comparación hecha por Nelson Julio “Lezama y Borges comparados con Franklin Mieses Burgos” lleva al Unido al más grande de los líricos dominicanos es Franklin Mieses Burgos, es el hito más extraordinario como poeta universalista, filosófico, estético, preocupado por el destino del hombre.
Manuel del Cabral, que continúa su meteórica carrera literaria en Buenos Aires, Argentina, le fue dado tener un amplio registro poético que, desde la tierra, el mundo latinoamericano y el cosmos. Héctor Incháustegui Cabral es uno de nuestros grandes líricos. Era un periodista; tuvo una relación muy íntima entre la palabra y la gente. Es poeta de la tierra y del cielo “Poemas de una sola angustia”, 1940; y para finalizar Freddy Gatón Arce, hace poesía social en “Además, son”, y regional en “Magino Quezada” “Retiro hacia la luz”, 1980, surrealista en “Vlía” (1944).