La juventud en los últimos años ha desempeñado un rol activo en los diferentes sectores de nuestro país; llámese político, religioso, social, entre otros. De igual forma ha asumido un papel protagónico en las diferentes esferas, no obstante falta mucho por hacer.
El hecho de ser jóvenes significa un reto; demostrar entereza en nuestras decisiones, madurez y sacar de la mente de tantas personas la estulta idea de que una persona joven no tiene la capacidad ni fortaleza para dirigir y por ende debería ser dirigido. Lo que significa que el mayor reto es ganarnos la confianza de la mayoría. Por eso resulta repugnante en ocasiones la frase de que para conquistar se debe cambiar el discurso.
Queridos jóvenes, proactivos, millennials… saquémonos de la cabeza que la meta debe ser cambiar el discurso para convencer y ganar espacios, porque lo que necesita nuestra sociedad son acciones reales, es constancia en nuestra labor, es hacer las cosas bien no importa si usamos un método ambiguo o lo adaptamos a nuestro tiempo lo que necesitamos es dar resultados.
Nos han hecho creer que somos merecedores por ser jóvenes, cuando lo cierto es que los merecedores son quienes demuestran que pueden hacerlo bien, en favor de la colectividad sin importa si tenemos 15-30- 50 o 80. Los discursos y palabras sin acción son solo eso.. las voces que se lleva el viento. Por ende, para ser merecedores de grandes espacios, para que confíen en nosotros, que las acciones no dejen lugar a dudas.
Debemos levantarnos y accionar, utilizando la tecnología y la modernidad de la época para construir el país en que queremos que vivan nuestros hijos.
Para ganar y transformar lo más absurdo es cambiar el discurso. Lo realmente razonable es cambiar nuestras acciones y convertirnos en entes útiles para nuestra patria.
No es decir, es hacer. Al hacerlo, las cosas se dicen solas.