Hace años que en República Dominicana se trabaja en la generación de respuestas a problemas tan fundamentales como el de la violencia y en todas sus formas y expresiones.
Como si se tratara del desarrollo o descubrimiento de una ecuación científica o fórmula mágica que pudiera ayudarnos a encontrar la cura a una enfermedad que durante décadas ha estado robándole la vida y la esperanza a mucha gente, así ha sido la generación de una respuesta a este importante problema que amenaza con profundizarse cada día.
Más de 20 planes se han puesto en marcha y cada día crecen las cifras y los hechos de violencia alarman cada vez más a toda la población dominicana, todo esto, a pesar de la existencia de leyes y códigos que castigan, catalogan y tipifican de criminalidad a estos hechos violentos.
Y aunque en nuestro país existen instituciones, específicamente dedicadas a la protección de la mujer y/o la familia, por ejemplo, los esfuerzos no han sido, ni suficientes, ni mucho menos los necesarios.
De la realidad antes planteada, nuestra provincia María Trinidad Sánchez no está ajena. Bastaría con sentarnos a analizar las estadísticas de los hechos violentos que aquí se cometen, para comprender que hace falta algo mucho más que la labor de nuestras instituciones para lograr cambiar esta triste y penosa realidad.
Para que el combate a la violencia en todas sus formas pueda comenzar a tener resultados más positivos, es necesario no solo que el trabajo de las autoridades en la prevención y el fomento de una cultura de paz sea mucho más efectivo, sino que también, todos y todas, como provincianos también pongamos de nuestra parte.
Porque, mientras cada uno piense en que, lo que deba hacer, es lo que hay que hacer y no nos pongamos todos y todas de acuerdo y marquemos juntos un camino distinto al que hasta ahora hemos transitado, cada día seguirán muriendo mariposas a manos de aquellos que creen que Dios les ha dado el poder no solo de decidir por ellos, sino también por la vida de ellas o peor aún, el nuevo esquema de violencia que se genera ahora en el seno mismo de la familia, en la que los hijos no respetan y violentan a sus padres y viceversa, seguirá creciendo.
Es tiempo de fórmulas distintas e integrales ante el problema de la violencia en todas sus formas, si de verdad queremos una sociedad, una María Trinidad Sánchez modelo que muestre que sí es posible aprender y vivir en paz, sin hechos de sangre en su diario vivir.
¿Estás tu dispuesto a hacer tu parte?