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Día de las Madres: una fiesta del populismo

Ayer fue día de las madres y si todo el amor y todas las acciones que fueron empleados por nuestros políticos se pusieran a trabajar en esa y otras direcciones todos los días, en momentos de celebración como ese, hubiera poco que dar. Y es que al parecer, a nuestra clase política, incluida la que aspira a sustituir a los que hoy gobiernan, no han comprendido que el mundo vive cambios importantes y que hoy no solo se combate la desigualdad social, sino también los males que ella genera, dentro de los cuales, uno de sus principales factores es ese populismo y demagogia que a ellos caracteriza.

El término populismo se emplea generalmente en el ámbito de la política. Se dice que un gobierno, partido o persona es populista cuando su estrategia política se basa en propuestas que resultan atractivas para el pueblo, pero tienen un componente manipulador y demagógico. De hecho, el término demagogia y populismo se emplean normalmente de manera indistinta, pues ambos expresan la intención de atraer al pueblo con ideas que suenan convincentes pero que esconden intereses ocultos. En ocasiones se ha dicho que los populistas dan soluciones falsas a problemas reales.

Entre los sobres de leche que exhibían unas humildes madres en una de las actividades realizadas aquí en Nagua, hasta los electrodomésticos que exhibieron otras en momentos en que eran entregados, por los rostros de quienes recibían, pareciera que lo que celebramos nunca fue una fiesta de madres, sino más bien de la miseria, pues los únicos rostros sonrientes eran los de quienes entregaban las prebendas.

Nuestros políticos deben sentarse, todos, sin importar colores de los partidos y comenzar a ser menos populistas y establecer una agenda conjunta que los transforme a todos, para que ese proceso de transformación que se supone deben ser sometidos ellos, se traduzca en bienestar y progreso para quienes del pueblo somos parte.

Y esto lo decimos, porque se hace necesario, que cada vez que una fiesta llegue, los regalos sean menos o que, en todo caso, quienes los reciban, lo hagan de las manos de quienes corresponde. Porque ahora es el momento de dejar de dar soluciones falsas a problemas reales, que las madres a sus hijos regalen, que los padres se conviertan en reyes o santa y que el sustento diario sea suficiente para que no requieran de la bendita fundita que no hace más que enrostrarnos que hemos sido condenados a ser pobres, porque quienes gobiernan o aspiran a gobernar necesitan dar para poder recibir… su voto.

 

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