Podría decirse que, desde hace muchos años, hasta el discurso aquel de jóvenes con “edad acumulada” luce más que viejo para una generación, por ejemplo, como la de los morados, que al parecer, como en muchas otras organizaciones políticas de nuestro sistema, han olvidado que una vez también fueron parte de esa franja que conocemos como juventud.
De todas los Partidos Políticos del sistema, parecería que solo el llamado Revolucionario Moderno, anda buscando congraciarse con una franja generacional que hacia el año electoral del 2020 tendrá una representación de nuevos votantes de más de 1.2 millones, pero sobre todo, proceso al que habrá que hacerle oferta electoral a una población de poco más de 2 millones de personas consideradas, según nuestra ley 49-00 como joven.
La realidad que el año electoral del 2020 le plantea a nuestras organizaciones políticas, sobre todo a esas que hoy gobiernan y las que nos han gobernado y aspiran a volver a hacerlo será dura, pues tendrán que hacerle ofertas a una generación que no solo sed tiene de espacios en ellas y el propio gobierno, sino también que vive críticamente las experiencias de otras naciones que lejos de envejecer políticamente, se han ido rejuveneciendo.
Tal es el caso de la hermana República de Costa Rica, en donde hace unos días un joven de 38 años fue electo presidente o el de Francia, que cuenta con un Emmanuel Macron que con apenas 37 años de edad logró alcanzar dirigir esa nación y como esos habría decenas de casos alrededor del mundo que bien pudieran ser punto de partida para esa juventud dominicana que hace años está sedienta de espacios.
Los partidos dominicanos tendrán que entenderlo y pronto, porque de lo contrario, el panorama que a simple vista se ve, será desolador para aquellos que durante mucho tiempo jugaron a la justificación de la experiencia acumulada y el guayar la yuca para negarse a ceder espacios.
La transición debe ser en paz y armonía si evitar la crisis quieren, porque si las y los jóvenes juegan la carta del caos para lograr avanzar y hacer una realidad lo que en Italia pudiera darse en los próximos días y donde un joven de apenas 31 años pueda terminar siendo electo como el primer ministro de esa nación, nadie podría revertirlo.
Despierten, que la confianza en los partidos se pierde cada día más y es esa debilidad precisamente la que puede ser llama que encienda una lucha interna que podría llevar a las organizaciones a morir a lo viejo de forma brusca, dejando a viejas generaciones fuera de un pastel que nunca han querido repartir.