De reordenamiento del tránsito y su plan, hace tiempo que en Nagua, municipio cabecera de María Trinidad Sánchez se viene escuchando. Y es que tanto el gobierno central como local, han estado desde hace meses tratando de poner en orden el tránsito de una ciudad que ha crecido, año tras años, regida por el caos.
El primer patrón de circulación vial, que conllevó la modificación de la dirección o sentido en el que transitaban los vehículos en dos de las principales vías de Nagua, fue el punto de partida de este importante plan que, desde sus inicios, habría contado con el respaldo del Instituto de Tránsito y Transporte Terrestre (INTRANT) y las instituciones que lo componen.
Con la puesta en marcha de este plan, autoridades procuran no solamente facilitar la circulación de los vehículos, sino también cambiar la cruda realidad que se vive en calles del municipio, en la que, al parecer, todo se reduce a aquello de que el más salvaje y hábil, es quien airoso sale, afirmación esta que nos lleva a la conclusión de que, hasta que no cambiemos nosotros, los que allí vivimos y visitamos continuamente a Nagua, nada cambiará.
Hace unos días transitaba por la calle Mariano Pérez en dirección hacia la María Trinidad Sánchez, al llegar la esquina Mercedes Bello, me encuentro de frente con un autobús de Caribe Tours, quien, haciendo un giro irregular, venía sobre mí en dirección contraria. Ante mi reclamo al respeto a las leyes y ordenanzas municipales, la actitud del conductor del autobús fue aparcarse en medio de la vía, porque él suponía que yo debía dar reversa y dejarlo pasar, cosa que no pasaría.
Al cabo de unos minutos, decido llamar al Coronel de la Policía Municipal, quien, a falta de los agentes de DIGESET que deberían enviar o designar para Nagua, se ha visto en la obligación de asumir personalmente las responsabilidades de asegurar que al menos mínimamente las leyes de tránsito y lo que establecido en el Plan de Reordenamiento Vial de Nagua está se respete.
Con la llegada del Coronel Veras al lugar, habrían pasado sobre los 10 o 15 minutos en esa intersección, por la Mercedes Bello llegaba otro autobús de Caribe Tours e intentó hacer el mismo giro, pero Veras no lo habría permitido, es en ese momento en el que me comienzo a preguntar… ¿Se sentirá la empresa del transporte Caribe Tours que puede estar por encima de lo que las leyes establecen? ¿Quiénes les trazan las rutas a estos conductores? ¿Se creerán que son los dueños del país?
Pero lo peor no pasó ahí. Estos fueron los 25 minutos más dolorosos de mi vida, porque, en medio de los reclamos a quienes de seguro de Nagua no son, esos choferes de ambos autobuses, tuve que sufrir ver a Nagueros en carros, camionetas, motores y hasta en bicicletas, tomar ambas vías en dirección contraria… ¿Con qué moral podremos nosotros demandarle a los de afuera que nos respeten, si los que estamos adentro ni siquiera nos respetamos nosotros mismos?
Resistencia al cambio siempre habrá, es normal en todo ser humano. Ojalá y comprendamos pronto que la resistencia a esos cambios debe cesar y en su lugar, convertirnos en aliados de ellos, porque al final, serán estos pequeños cambios los que harán de estas, nuestras tierras, más prósperas y ordenadas.
Una cosa les digo, si de algo estoy más que convencido es de que, si comenzamos a pensar en lo productivo y conveniente que sería para todos aplicar estas y otras pequeñas reglas y poner orden donde no había, el futuro cercano que nos espera será promisorio, tanto para los nagueros nacidos aquí y los que al pueblo llegamos y nos quedamos.
Porque Nagua es un pueblo que poco a poco va tomando el camino hacia el desarrollo pleno de lo que podría ser su principal actividad comercial del futuro cercano, el turismo, y a este solo se alcanzará cuando no solamente todos y todas nos unifiquemos para lograr imponer el orden, sino también, cuando por amor a nuestro pueblo, todos luchemos juntos por todo aquello que Nagua tiene y se debe cuidar o necesita y hay que exigir y luchar para que a ella llegue.
¿Que hacen falta los agentes de DIGESET o AMET para ayudar a quienes ya trabajan para poner el orden? ¡Claro que si, deben enviarlos o designarnos ya! Pero no menos cierto es que, también, hace falta que comprendamos que ¡El orden comienza por casa, es decir, por nosotros!